viernes, 22 de agosto de 2008

lunes, 12 de mayo de 2008

El Sobre.

Estaba en la casa tomando mates, de esos ricos que sabe hacer el, ya había perdido la cuenta de cuantos termos veníamos tomando y la yerba parecía nueva. Hasta que sonó el teléfono y algo importante me hizo abandonar el lugar.
Caminando por la calle a plena luz del sol, encontré un sobre sin nada escrito, pero voluminoso. Así que me incline para recogerlo. Levante la mirada y enfrente estaba esa amiga que hace tiempo no veía, así que lo guarde en mi mochila y olvidando por completo el destino inmediato al que debía acudir, nos fuimos a tomar un café al barcito de la esquina, el que esta frente a la plaza, el mismo al que íbamos antes de entrar la facultad con ella tiempo atrás.
Me contó que se había mudado con el novio a una casita prefabricada sobre la calle Álvarez Thomas, a unas cuadras de la calle en la que vivía yo cuando era chica. Se había mudado con el novio… su novio era el chico mas lindo del colegio; porque con ella también compartía las horas perdidas de aquella época. Ese morocho de ojos claros al que todas mirábamos en el recreo y al que todas le queríamos hablar. Recuerdo una vez en un recreo que me lo cruce en el buffet y no le alcanzaba para pagar el sándwich de jamón y queso con la gaseosa, entonces yo le ofrecí parte de mi dinero, el cual acepto con la promesa de devolverlo al día siguiente, yo pensaba comprarme lo mismo, pero solo me alcanzo para un alfajor y unos pocos caramelos. Ese día empezamos a hablarnos se lo presente a ella, mi mejor amiga. Yo que quería enganchármelo de alguna manera, solo conseguí su amistad, mientras ella, una de las mas lindas del curso, se puso de novia con el, hecho que me disgusto, pero después logre comprender una tarde cuando organizo una salida que me incluía, éramos cuatro, el, Marina, su primo y yo.
Me puse de novia con su primo pero la relación duro unas pocas semanas y ellos que ya estaban hace tiempo, aun siguen. Discutieron varias veces y en mas de una ocasión tuve que intervenir, cuando dejo la facultad, ya llevaban 2 años y nos dejamos de ver, hasta ayer que compartimos un rato en el bar.
También me contó que fue tía de ese molesto hermano que siempre me buscaba y nunca le di bola, era muy lindo pero no iba a cambias a mi amiga por su hermano. Ella me hablaba y yo pensaba solo en el sobre que había guardado en mi mochila. Le conté un par de cosas de mi trabajo, de mi relación y mi familia hasta que recordé que tenía algo urgente por hacer. Así que pague y me fui, sin pedirle el teléfono para volver a vernos, supongo que algún día la volveré a cruzar.
Corriendo llegue al banco, diez minutos antes de que cierre, hice el deposito y Sali, cuando estoy de regreso a la casa, me llaman de la oficina diciendo que había un fallo en el sistema y que me necesitaban, justo en ese momento estaba sacando el sobre que tuve que volver a guardar. Cuando entro a la oficina estaba el técnico arreglando “el problemita”. ¿Alguien me va a pagar el viaje que me hicieron hacer? No! Mi jefe se ofreció en llevarme hasta esa casa donde me esperaban, un tanto enojada y a la vez relajada, lo espere en recepción sentada con la mochila sobre las piernas, la abrí y empecé a buscar el sobre y cuando lo estoy sacando, sale Mario y nuevamente lo guarde. Ya arriba de su 206 perlado, sentía como Mario me observaba de reojo y otra vez empezaron los nervios, Mario es casado, tiene hijos, pero eso no quita que sea buen mozo y caballero, tome la mochila que minutos antes había dejado en el asiento de atrás y escucho lo siguiente, -¿Valladares, esta usted nerviosa? La noto un tanto inquieta, hace dos años que trabaja para mi revista y nunca hemos tenido la oportunidad de conversar tranquilamente ¿quiere que vallamos a tomar algo? Le invito un café!- hablaba solo, mientras yo lo miraba entendiendo por completo el sentido de la invitación. Después de unos segundos en silencio, le conteste, -Gracias Mario, pero… estoy apurada- puso su mano en mi pierna e insistió. Estábamos cerca del lugar y le pedí que me dejara antes, para que Diego no desconfiara. Baje y empecé a caminar, cuando estoy llegando a la esquina, tomé el sobre y Mario que se había detenido en el semáforo, me miraba, lo guarde y volví a subir al auto. Fuimos a tomar ese café y sin razón, cuando caigo en la realidad ya me encontraba sin ropa, recostada sobre la cama de un hotel. No se cuanto tiempo estuvimos ahí, fueron horas, muchas horas, pero las primeras tres, fueron suficiente para darme cuenta de la experiencia del señor, ¿Por qué señor? Es Mario y tiene cinco años más que yo, nada más. Ya era de media noche y Diego me esperaba, supongo que me estuvo llamando, pero ambos teníamos el móvil apagado. Antes de ir a la casa de Diego, pase por la mía y me bañe. Todavía Mario me esperaba en la esquina para alcanzarme, cuando me estoy vistiendo, recordé eso que me tenía intrigada, ese maldito sobre que encontré al mediodía y todavía no abrí. Pero Diego esta primero. ¡que descarda! Hace unos instantes estaba en el mejor clima que se puede alcanzar en la intimidad, con otro tipo, ¡con mi jefe!
No puedo hacerle esto, se lo voy a decir. Sali de mi casa y me subí a un taxi dejando a Mario esperándome en la esquina, espero que no me echen, auque en realidad, voy a buscarme otro trabajo, no podría llegar a la oficina y mirarlo a la cara después de lo que hicimos anoche. Con lágrimas en los ojos golpee la puerta y Diego me recibió con flores. Traté de ocultar las lágrimas pero el dolor que sentía era inevitable pregunto que me había pasado que no volví si no hasta es hora, le conté y le intenté explicar todo mientras miraba penosamente esas seis rosas que me hicieron entender que esa noche me había jugado todo y lo había perdido. Mientras la yerba luchaba por mantenerse intacta en ese mate cebado con lágrimas, yo repartía las miradas entre las flores y la bolsa de papel gris donde yo traía ropa y un sobre.
Madrugada llena de discusiones, llanto y ruegos de un perdón inconcebible.
Apenas se asomaban los primeros rayos de sol y Diego se fue a bañar porque tenía que ir a trabajar. Creo que entendió que lo que nos une es un cariño inmenso y una vez que el dolor empiece a cesar lo reconsideraría, pero yo se que no soy lo que se merece no entiendo por que lo hice, no lo necesitaba. No hay nada en el mundo como esos momentos que el me hace vivir, nada se compara con la calidez a la que solo Diego sabe hacerme llegar.
Me acerque a la bolsa de papel gris, salio Diego, se cambio y nos fuimos. Subió a su auto y me miro por ultima vez, alcance a ver sus ojos tristes y se fue. Lentamente me dirigí a mi casa con las flores en una mano y la bolsa en la otra. Me acosté con el alma desecha y las flores sobre mi cuerpo, en ese momento se acabo todo para mi.
Antes de salir de la casa de Diego guarde en el fondo del segundo cajón de la mesita de luz, aquel sobre. El día que Diego me perdone, sabré cual es el contenido del mismo, el cual ahora me importa poco.




Gavitha! (Abril 08)